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Datos biográficos de D. Rafael Artacho López Don Rafael Artacho López, nace en Antequera en el 1.911, en la mismísima plazuela de Santiago. Alumno del Colegio Trinitario de Antequera en los años veinte. La sólida formación humanística allí recibida fue completada por unos años en el Seminario de Málaga, en los tiempos del carismático obispo malacitano Don Manuel González. Al morir su padre, hubo de abandonar los estudios para contribuir con su trabajo al mantenimiento de la casa familiar. En la Casa Cross tuvo su primer empleo. Por los años treinta, lo encontramos dedicando sus ocios a tocar el violín en la orquestina que, en el Salón Rodas, acompañaba la proyección de las películas de cine mudo, o realzando los Juegos Florales y las Justas Poéticas que, periódicamente, se celebraban en aquel foro. Veinte años después, aplicaría sus conocimientos musicales a la dirección de la Coral de Acción Católica de la Parroquia de San Sebastián. Perteneció a la primera plantilla de la antequeranísima Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, en calidad de Contable. Y en ella -posteriormente absorbida por Sevillana de Electricidad- permaneció hasta su jubilación. Al pasear con Rafael por Antequera, cada esquina recordaba una anécdota, cada rincón un hecho, cada casa un personaje o una familia protagonista de la historia de la patria chica. El tiempo libre de Rafael era para Antequera. A finales de los años cincuenta, Rafael se ve enfrascado poco a poco en el estudio del pasado de su ciudad. De mano de su primo, el Capuchino historiador P. Agustín de Antequera, se va adentrando en el arte de la Documentación y el método de la Historia. Y tanto por su propio deseo de saber, como porque no se perdiera toda la riqueza que, fascinado, iba descubriendo, echa sobre sus hombros la tarea de recoger cuanto en sus manos cae sobre la historia de su pequeña patria. Periódicamente publicaba algunos artículos en el Seminario local. Pero dejo inéditas -en espera de tiempos mas abiertos al interés por el pasado- miles de paginas con títulos tan sugerentes como Los Arcos históricos de la ciudad de Antequera, o Epigrafía romana de Antequera y su comarca, o Hijos ilustres de Antequera, o Cinco paseos por Antequera, o Antología de Poesía Antequerana. En la época que pronunció su Pregón, Rafael tenía recién concluida su Epigrafía romana de Antequera y su comarca, y sus Leyendas e Historietas de Antequera, lo que explica algunas alusiones a temas relacionados con estos trabajos, aunque no estén directamente mencionados allí. Varios de estos manuscritos fueron dedicados por Rafael a Conchita López Cordón, su esposa y primera admiradora, primera lectora de todos sus originales en las calladas noches de invierno, llenando el silencio que los siete hijos -ya criados y establecidos lejos- habían dejado en el hogar. Rafael fue también un hombre de profundas convicciones religiosas, y ellas se traslucen con énfasis en su Pregón. Perteneció a la Hermandad Sacramental de San Pedro, Conferencia de San Vicente de Paúl y fue fundador de la Sección de la Adoración Nocturna de Antequera, en la que durante más de cuarenta años realizó funciones de Secretario y Tesorero. Su fiel y constante presencia en la Vigilia le hicieron acreedor al título de “Adorador Perpetuo”. Intervino activamente en la celebración de las Bodas de Plata, Bodas de Oro y Bodas de Diamante de la Sección Adoradora Nocturna de Antequera, con la Vigilia de Espigas y la bendición de los campos al amanecer; el último de sus grandes trabajos y dedicaciones -tan sólo unos meses antes de su muerte en 1.984- un acto que sintetiza de nuevo la fe religiosa, el saber, el querer y el ser de antequerano. En su Pregón de la Semana Santa de 1.973 se trenzan con admirable proporción y equilibrio la sensibilidad por lo antequerano, las convicciones religiosas y el saber maduro sobre la vida y sobre la patria chica.
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